Las abuelas y los abuelos de las grandes tradiciones ancestrales
decían que cuando el ser físico enfermaba era porque la persona se había
separado de su espíritu, de su esencia.
Y realizaban cantos, rituales y trabajos específicos para que la mujer o
el hombre se conectaran de nuevo con su espíritu, pero era siempre esa
mujer o ese hombre quien tenía la decisión final y voluntad para
conectar o no.
Y es que
para estas tradiciones no existía la posibilidad de “ser curad@ desde
afuera”, la sanación siempre derivaba de la auto-sanación, y volver a la
salud siempre era una decisión personal e intransferible. Todo puede
intentarse externamente, pero es la persona enferma quien decide si
desea sanar o no, si finalmente sana o no.
***
Cuando
enfermamos, en realidad estamos transfiriendo nuestro poder personal a
esa enfermedad, logrando co-crear –desde el inconsciente- distintas
situaciones alrededor que pueden beneficiarnos, por ejemplo: obtener
mayor atención, acercar a personas queridas que se encontraban alejadas,
restaurar vínculos rotos, ser indultad@s, resarcir culpas, tener tiempo
forzoso para descansar (tiempo que en sanidad no nos permitimos).
El gran problema es justo ese, que co-creamos todo esto a costa de
nuestra salud y perdiendo nuestro poder personal, y por ende, perdiendo
nuestra conexión con la esencia espiritual que nos sostiene aquí en esta
experiencia humana.
Toda enfermedad comienza en el cuerpo
energético, sostenida de una emoción y un pensamiento que dan paso a un
sentimiento y posteriormente a una creencia sostenida de sufrimiento y
contrariedad o incoherencia; y así, del cuerpo energético se somatiza,
comenzando los síntomas en el cuerpo físico. Es decir, todo comienza en
una creación interna no coherente.
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Y así, sanar, en
realidad es un asunto personal, algo que comienza desde adentro y se
extiende hacia afuera, tal como sucede con el asunto de “enfermar”.
Quién más que nosotr@s para detectar eso que nos puso enferm@s.
Si utilizamos todas las herramientas externas y miramos internamente, si
aprendemos a escucharnos, si abrazamos nuestra humanidad con compasión,
si ubicamos emocionalmente qué es eso que nos causa incoherencia –que
no podemos conciliar, entonces estaremos dando los primeros pasos hacia
la única sanación que en verdad existe: la auto-sanación.
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